Su mundo es tan... Su mundo
Su mundo es tan su mundo que
siempre hay ganas de estar en él y ver qué está pasando, qué piensa o qué siente.
Es muy fácil crear una opinión
personalizada de todo lo que nos rodea, de todo lo que ocurre en torno a uno
mismo y, sobre todo es muy fácil criticar, y no estoy hablando de una crítica constructiva
sino de un buen puñado de frases que ofenden los sentimientos de aquellas
personas a quienes nos referimos.
¿Nunca nos hemos parado a pensar
en cómo pueden recibir esas personas todas esas punzadas que les lanzamos?
¿Hemos llegado a ponernos alguna vez en la piel del otro? ¿Cómo encajaríamos
nosotros algo así? Es muy normal que todos y cada uno de nosotros nos sintamos
el centro de nuestro propio universo, el eje en torno al cual todo y todos
giran. Pero no es así. En este grupo social interconectado que ha formado la
humanidad hay millones de centros y, por ende, millones de ejes, millones de emociones
y sentimientos que se enriquecen unos a otros mediante las relaciones
personales. Por ello, es imposible que nos sintamos solos y nos podamos
considerar el centro de todo, es inevitable mantener relaciones de cualquier
tipo con los demás sujetos de esta sociedad, es muy fácil que nuestro mundo y
el de otra persona se unan y ¿quién sabe?, acaben formando un solo mundo
gracias a las risas, los besos y, en definitiva, el amor.
Es fácilmente entendible que
estas relaciones no dependen, ni mucho menos, del color de la piel, de la
religión o la edad… Por el contrario, se basan en todos esos rasgos que nos
definen como “ser humano”, en ese lugar más allá de las estrellas con el que
soñamos llamado “utopía” que dejará de serlo en el momento en el que intentemos
recrearlo.
Todos somos uno, mi mundo es su mundo, y el suyo, mío, en definitiva, nuestro. Mentiría si dijera que no me interesa el mundo de otra persona, el suyo, ese en el que encierra su ser y del que quiero formar parte. Imagino que a vosotros os pasará lo mismo ¿no? Al fin y al cabo, todos somos protagonistas del mismo mundo.
Todos somos uno, mi mundo es su mundo, y el suyo, mío, en definitiva, nuestro. Mentiría si dijera que no me interesa el mundo de otra persona, el suyo, ese en el que encierra su ser y del que quiero formar parte. Imagino que a vosotros os pasará lo mismo ¿no? Al fin y al cabo, todos somos protagonistas del mismo mundo.
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