Siglo XXI
Sin embargo, despertó. En la
estancia comenzó a hacer un calor que derretía hasta los más profundos
sentimientos. Guillermo era incapaz de soportar aquello. Las imágenes que había
proyectado la música desaparecieron y fueron sustituidas por vistas horribles.
¿Qué estaba pasando? El chico intentó localizar a la señorita de Blanco pero
ésta había desaparecido como por arte de magia, como si aquel repentino calor
infernal la hubiese convertido en polvo. Intentó huir de la estancia pero sus
pies se lo impedían, parecía tenerlos pegados al suelo.
El piano fue sustituido por una
planta petrolífera, el río escoltado por mantos de flores multicolores era
ahora un río contaminado cuyos únicos acompañantes eran animales enfermos y
tuberías que vomitaban residuos industriales. Los libros y las partituras
lloraban al ver cómo sus padres los bosques eran quemados y talados para saciar
la locura y la codicia de unas empresas madereras. Ante sus ojos se sucedían
todo tipo de situaciones que, tristemente, eran reales. El Ártico perdiendo
piel poco a poco y cada vez más rápidamente, las lluvias tenían cada vez un
sabor más amargo, mares y costas intentaban dejar en las playas todo lo que el
ser humano le había tirado sin ningún motivo, el cielo lloraba tormentas y
arrojaba huracanes y tornados como forma de protesta, la flora y la fauna
estaban cada día más supeditadas a las decisiones de lo que esa raza denominada
como “forma de vida inteligente” les ordenaba en función de sus necesidades
innecesarias…
Guillermo era incapaz de aguantar
las lágrimas. De la felicidad absoluta había pasado a la pena, la tristeza. No
podía comprender por qué el ser humano había tratado así al propio ser humano,
no entendía por qué la raza humana se empeñaba en destruir su único hogar. El
hombre había infravalorado el poder de la naturaleza y creía que podía hacer
uso de ella por los siglos de los siglos. Sin embargo, todo el daño que le
habían infringido estaba siendo devuelto en forma de desastres naturales, de
pobreza, de incultura e intolerancia. El ser humano como raza había perdido
toda inteligencia; lo que antes era necesidad se había transformado en
capricho.
De repente, el calor desapareció
para ser sustituida por un frío helador, capaz de penetrar hasta en los
mismísimos huesos. Luego calor, luego frío, y así hasta que Guillermo se
desmayó. Ni él ni nadie estaba preparado para afrontar lo que se avecinaba si
el ser humano no dejaba de maltratar la naturaleza.
¿De verdad?
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