Hace frío en tu mirada (2018)
Todavía dibujo tu sonrisa en la profundidad de mi mente. Todavía
vivo en sueños lo que la realidad me impide rozar. A día de hoy sigo intentando
atisbar en tus ojos algún destello de calor o de luz… Pero no veo nada. Frente
al espejo de la esperanza, de un pasado alegre y una primavera sin alergias
sólo observo que he de enfrentarme a un futuro de caminos sinuosos y
retorcidos, ocultos bajo la negrura y la espesura de un bosque abandonado.
Nunca podré llenar ese vacío que me dejaste al irte. No más abrazos al vernos,
besos perdidos en la inmensidad de la eternidad, las puntas de mis dedos
salpicando en el agua intentando comprobar que yo sigo aquí, aferrándome a las
paredes de tu casa. Todavía dibujo tu cuerpo en las nubes sobre un lienzo de
cielo azul y soleado. Cada tarde bajo al parque y me siento en el banco más
cercano a recordar. “Dime dónde están
esos ojos que busco en mis sueños. Dime dónde están las palabras de amor que te
di”… Y entonces sigue sonando la música en los cascos.
Eres inerte, un alma vagabunda que busca el cuerpo en el que un
día, tiempo atrás, residió. Eres ese poso de café que tiramos al fregadero por
estar excesivamente amargo. Eres un mero fantasma a cuya frialdad jamás me
acercaré. Eres un espectro, un espíritu, una sombra que visita los rincones más
atormentados de mi cuerpo noche tras noche para impedirme dormir. Esa pesadilla
a la cual quiero convertir en la armadura que me proteja ante las adversidades.
Me duele decirte esto, pero así es la realidad… Una sucesión de películas sin
anuncios a la que intentamos dar sentido mientras nos entretenemos con un cubo
de palomitas. La elegancia de un beso destrozada en un instante de dolor, pena
y tristeza. La alegría de un “te quiero” convertida en lágrimas amargas
surcando unas mejillas que han perdido toda ilusión por continuar. No quieren
ir solas... Necesitan a sus gemelas sonrosadas al lado… Necesitan el calor de
un aliento… La fragancia de un perfume hermano.
Te toco y estudio cada milímetro de tu cuerpo frío. Analizo en mi
cabeza cada momento juntos y me echo a llorar. Me invade la pesadumbre de no
poder rodearte con los brazos hasta olvidarnos de lo que es respirar. Te tengo
enfrente y, aunque ahora atisbo algo de calor en tus ojos, siento que ahora soy
yo el del frío en la mirada… Porque te sigo mirando sin lograr ver nada.
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