Dame tu luz

La respuesta fue no. No perdió de vista al nuevo compañero que había decidido viajar con él y recorrer ese infinito camino que muchos indecisos denominan “vida”. Una vida llena de recuerdos, de experiencias, pero sobre todo una vida plena en luces y sombras, dividida en lo iluminado y lo oscuro, en lo bueno y lo malo, en los prejuicios y las apariencias. La venida de su nuevo compañero le hizo replantearse la concepción que tenía del mundo. En el pasado se decidió a volar hacia lo nuevo y dejar lo antiguo atrás, sin importarle lo que dejaba y expectante ante lo que podía recibir. Fue ahí cuando entendió que no todo es lo que parece, que hay que confiar y no juzgar por lo que vemos en primera instancia, que el agua del mar no es azul ni el aire es siempre frío, que es necesario alabar por la espalda y criticar a los ojos.

Volaban juntos, con sus alas entrecruzándose de vez en cuando, sintiendo el fluir del amor y la amistad a través de ellas. Y ambas habían confiado la una en la otra porque con una simple mirada se habían dicho todo y no callaron nada, porque les habían enseñado a ser tolerantes y respetar al que no es igual que tú, les mostraron que el ave que vive en la otra parte del mundo es, teniendo otra cultura y otras creencias, exactamente igual que ellos. Todos tienen alma, sentimientos, todos lloran y ríen, todos vuelan, todos son bellos de una manera u otra. Se encontraban ahora mismo en el “Cielo de la Tolerancia”, el mismo que habían descubierto tras dejar sus respectivos hogares en los que se había sembrado la discordia desde hacía miles de años. El descubrimiento de ese cielo era para ellos la llegada a un verdadero Nuevo Mundo, el cual emanaba luz y las nubes estaban hechas de respeto.

En ese cielo existía una colina que habían apodado con el nombre de “La Voz Dormida” porque según contaba la leyenda, cualquier vida que no respetara a los demás y se acercara a esa colina, quedaba silenciada hasta el final de sus días para evitar que su boca ladrara improperios e injurias. Los viajeros se pararon a descansar en lo alto de la colina mientras observaban todo lo que habían realizado y lo que aún les quedaba por hacer. Se miraron fijamente y sin decir nada, se dieron ánimos, se dieron un beso, se dieron luz.


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