Vuelo sin motor

Observando. Así estaba aquél pájaro que había decidido remontar el vuelo y emprender su camino hacia las alturas, desde las cuáles podría mirar con aire de superioridad a las montañas de la indiferencia, notar cómo dejaba atrás un mar de nubes grises que ocultaban la luz del sol, que ahora sentía más suya que nunca. Se retiraba así de un pasado que quiso olvidar, un pasado en el que baños de lluvias amargas y los estornudos de los truenos eran el día el día, donde los recuerdos atrapados en las gotas de lluvia se desmenuzaban al chocar contra el suelo… Era el momento de cambiar.

Con el batir de sus alas no sólo sentía que dejaba todo aquello atrás sino que, a partir de la primera mirada al pasado comenzó a comprender que ya no había sitio en él para esos recuerdos, no había páginas en el diario que fueran a recoger esas antiguas experiencias, era una especie de pérdida prematura de la memoria pasada. Había que dejar sitio a los paisajes nuevos, recordar los ríos de alegría, ver cómo gigantes montañas hechas de amistad y amor se erguían ante él, el mar y su infinidad de historias…

Fue así como mientras volaba viendo aquél nuevo mundo que se le presentaba ante sus pupilas se cruzó, de nuevo, con otra ave a la cual creía conocer. Su intuición le decía que ya en otra ocasión se había cruzado con alguien que, en su camino como ser humano, se topó con él en medio de un espeso bosque que no conducía a ningún sitio, era lo más parecido a un guía. Se fijó en su batir de alas, en su mirada inquietante y abrumadora como la niebla esparcida en las cumbres de las montañas, en su personalidad, se fijó en el que quería que fuese su nuevo compañero de viaje.

En su ser interno notaba que debía decir algo porque, al fin y al cabo, había aparecido de la nada, y lo hizo para cruzarse con él. Aquello fue una situación que jamás olvidaría, se había lanzado a la aventura sin saber qué ni a quién se encontraría en su viaje. Pero por casualidades del destino allí estaba ese compañero, ese pájaro que en esta u otra vida ya había estado con él y al que, también por casualidades del destino, había perdido la pista desde hace un tiempo. Su pregunta era ¿volvería a perderle la pista?


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