Hoy, mañana y siempre
Hay ciudades repartidas por todos los rincones de este
maravilloso planeta al que llamamos La Tierra (“hogar” para los más
nostálgicos). Muchas de ellas invitan a la imaginación, a sumergirnos en
océanos de historias interminables, de historias que acaban antes de lo
esperado, de historias que nos iluminan y nos hacen creer que pueden existir
mundos escondidos donde el tiempo es ilusión, donde sus habitantes no conciben
la idea de “dolor” y tienen por bandera la magia en vida… Y Madrid es una de
ellas. Como dijo Ramón Gómez de la Serna: “Madrid
es tenerlo todo y no tener nada”.
Casa de Campo (Madrid), 2016
Árboles…
Nubes… Lluvia… Y dos centenares de personas vestidas con túnicas negras.
Estrella Polar y la joven que había conocido en Lavapiés se apretaban la mano.
El marido de la primera observaba con atención. Llevaba años esperando aquello.
Los Nadies estaban situados en primera fila, recitando unas palabras en latín
mientras acariciaban la tierra bajo sus pies con las yemas de los dedos. Eran
paz. Eran un solo ser… Naturaleza y persona se iban a alienar por primera vez
desde hacía unas cuantas lunas. El arcoíris nacido en la Plaza Mayor les
protegía de todo mal. En aquel instante, nada ni nadie podría interrumpir el
ritual. El viento, por su parte, arrastraba las voces de las brujas quemadas
hace años en la Plaza de la Cebada. Aquella noche, la verdad había vencido a la
codicia y la ignorancia.
Diego y Andrea, subidos en un pequeño
banco de piedra, observaban el panorama. El chaval llegado de Cantabria había
luchado contra sí mismo, contra su propia pena, había llorado, se había
decidido a iniciar una nueva vida en Madrid. Y allí estaba, como elegido de la
Organización Secreta de Madrid. Trabajando en la clandestinidad, averiguando los
secretos de la noche como una especie de Drácula ávido de cerveza, acompañado
por dos de las mejores personas que había tenido el placer de conocer, La
Bruja, a quien echaba mucho de menos, y el mismo Andrea. Una vez más, se
miraron. Se volvieron a sonreír. Se habían convertido en verdaderos amigos.
Diego ya sabía lo que era el pleno significado de la palabra amistad. Mientras
Diego inhalaba el aire fresco, sentía cómo la lluvia le acariciaba la piel y el
arcoíris llenaba de luz y color su alma, el público congregado esperaba.
Paciente, sabiendo cuál era su papel en cada momento.
A lo lejos
se veía cómo Madrid entraba en una nueva época. Sin embargo, en la Casa de
Campo, todo era tranquilidad y serenidad. La amargura había nacido en forma de
flor. La tristeza era ahora una bella mariposa que revoloteaba entre las cabeza
de las asistentes. La alegría estaba traducida en forma de arcoíris y el amor…
El amor llenaba el aire que respiraban. Era una especie de pócima invisible que
les obligaba a estar en paz, a sacar lo mejor de cada miembro de la OMS. Eran
uno: naturaleza y humanidad; al fin, Diego dio un paso adelante y habló.
_ Hermanas y hermanos, compañeras y
compañeros, amigas y amigos… Aquí estamos, después de muchos años, al fin ha
llegado_ Diego jamás había hablado ante una congregación de gente como esa,
pero una fuerza en su interior le inspiraba la confianza necesaria como para
hacerlo._ He de admitir que, cuando abandoné mi tierra para venir a Madrid,
nunca estuve realmente convencido de que lo que hacía, lo hacía bien. Siempre
fue un sueño imposible estar aquí, era como atrapar el humo con las manos, como
vaciar el mar con un cubo y una pala. Era algo imposible. Mi vida estaba allí
arriba, en Cantabria…
«Sin embargo, amigos y amigas, cada
experiencia, cada momento y cada sonrisa vivida en Madrid me ha obligado a
sentirme como en casa. Un sentimiento especial que todos y cada uno de vosotros
y vosotras me habéis dado, llenando mi corazón con pequeñas tacitas de alegría.
Desde Malasaña hasta Atocha; desde Carabanchel a Lavapiés; vosotras,
compañeras, la OSM… La vida en Insomnia ha cambiado mi ser_ hizo una pequeña
pausa._ Y os voy a decir por qué. Porque Insomnia significa paz. Porque
Insomnia significa esperanza. Porque Insomnia significa solidaridad, altruismo
y ganas de vencer a quien no puede con nuestro grupo. Insomnia es defender lo
que es nuestro, defender con uñas y dientes la naturaleza del poder humano,
defender la pureza de la Iglesia. Insomnia es ¡alzarse con la verdad!_ el
público irrumpió en un sonoro aplauso. Mientras, Madrid seguía bajo un manto de
caos.
También quiero dar las gracias a dos
compañeros. Una ya no está_ y de sus ojos brotaron un par de lágrimas._ Ella,
mi guía, mi primera compañera, mi mano al dar mis primeros pasos y mi pañuelo
en la tristeza… Bruja, allá donde te encuentres, te echo de menos amiga_ en ese
momento, un rayo cayó justo al lado de donde se celebraba la reunión a modo de
agradecimiento._ La otra persona que me ha acompañado en este largo viaje está
aquí a mi lado, y estoy convencido de que lo estaremos durante mucho tiempo.
Gracias, Andrea_ ambos se fundieron en un tierno abrazo durante cinco minutos
bajo los aplausos y los vítores de los allí congregados._ Y ahora ya, para
iniciar el ritual, por favor, cogeros de las manos. Cogéroslas bien, como si
fueseis uno solo… Recordad que estamos juntos en esto».
El
público se fue cogiendo las manos. Tras cinco minutos de confusión y alguna que
otra risa, Diego se situó enfrente. El chico miró al cielo por última vez.
Cerró los ojos y recitó con voz suave y potente a la vez:
_ ¡Salve
Insomnia! ¡Salve Insomnia! ¡Benedictus est qui in nomine venit! ¡Benedictus est qui in nomine venit!_ a
medida que avanzaba las frases, su tono iba aumentando. A su vez, la lluvia se
hacía cada vez más potente, la tormenta más agresiva y el cielo más furioso.
Todo el público miraba hacia arriba. Habían entrado en una especie de trance…_
¡Amigos y amigas! ¡El camino ha terminado! ¡Ya hemos alcanzado nuestro
objetivo! ¡La OSM ha demostrado que nada es más poderoso que la diosa
Naturaleza… Regocijaos, pues el fin de una era ha llegado! ¡Es el momento de
Insomnia! ¡Es nuestro momento!
Las doscientas personas comenzaron a
recitar lo anteriormente gritado por Diego. Sobre sus cabezas se dibujaba en
líneas de fuego una estrella de cinco puntas en cuyo medio se elevó la caja
enterrada por La Bruja. Desde ese mismo instante, Insomnia tenía un nuevo guía.
La Bruja cedió el testigo a Diego, que era ahora el encargado de transmitir los
ideales de la naturaleza a la próxima persona elegida…
Diego
abrió los ojos. Observó a Andrea, a Los Nadie, a la Estrella Polar, a todo el
mundo en medio de un trance que les reconfortaba el alma y les hacía empezar de
cero. La caja se abrió y en ella comenzaron a guardarse las personas
desahuciadas con las que había coincidido en la Plaza del Dos de Mayo; el
abuelo que había fallecido en las manos de su nieto; la pareja que paseaba por
Plaza España… La caja, nuevamente, estaba guardando lo más puro de la raza
humana. La propia humanidad. En medio de una cortina de lluvia y de los cantos
de su gente, Diego esbozó una última sonrisa y gritó.
_ ¡Salve
Insomnia… Hoy, mañana y siempre!_ alargó su grito hasta su último suspiro y
entonces… Todo desapareció.
Calle San Andrés, Malasaña (Madrid),
2050
Un grupo de amigas disfrutaba de una noche de desenfreno y borrachera en Malasaña. De repente, una de ellas, atraída por un murmullo lejano, se separó del grupo. Tenía ante sí un local pintado de rojo, de aspecto oscuro y un letrero que rezaba: Salve Insomnia; la chica, sin mirar atrás, se metió en el local…
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