Estrella Polar

“Hay que realizar lo posible para alcanzar lo imposible” (Simone Weil)

Plaza de Lavapiés, Embajadores (Madrid), 2016

«Siempre que una lágrima empaña de melancolía los cristales de la felicidad; siempre que el olvido se pone su mejor traje para visitar a la persona anciana que ya no es capaz de recordar; siempre que unos labios se sellan para evitar que un torbellino de sentimientos inunden de amor una relación de amistad… Siempre que la Estrella Polar se apaga y deja de guiar al caminante perdido… Siempre que el mundo pierde toda esperanza y descubre una luz que se asoma entre mares y montañas… Siempre que apareces».

Una chica recordaba las palabras que un día le dijo su abuela antes de marcharse a dormir eternamente. En aquella ocasión, la chica había roto recientemente con su pareja y, como solía hacer siempre, le había pedido consejo a su abuela, a quien consideraba la persona más sabia del mundo. Pero esa vez, sentada en un banco de la Plaza de Lavapiés, no tenía a su abuela con ella. Unas lágrimas brotaron de sus ojos y recorrieron su rostro inundado por la pena. Luego, cayeron al suelo encharcado. La noche anterior había ocurrido algo terriblemente preocupante: una gran tormenta había destruido por completo el normal funcionamiento de la ciudad; sin embargo, para ella no había nada más que el sufrimiento de haberse separado de la persona amada. Hacía un tiempo que ella y su novio habían decidido separar sus caminos. Sin embargo, él le había prometido que jamás se iría… Y lo hizo.

Madrid todavía no se había despertado. Los más tempraneros se habían levantado para intentar ordenar el caos provocado por el agua caída. El tiempo estaba cambiando… Ella observaba a un matrimonio de ancianos que intentaba limpiar de restos callejeros la entrada a su tienda de alimentación. Se encendió un cigarro y fue a ayudarles.

_ Disculpen, ¿necesitan ayuda?_ dijo a la vez que forzaba una sonrisa. La pareja de ancianos le devolvió la sonrisa.

_ No querida, muchas gracias. No es la primera vez que sucede algo así. Hay alguien que está haciendo que Madrid esté cambiando_ ante el tono misterioso de la anciana, la chica preguntó.

_ ¿A quién se refiere?_ frunció el ceño y levantó una ceja. Sus ojos verdes se llenaron de curiosidad.

_ A la Organización Secreta de Madrid, ¡la OSM, niña!_ la chica se sorprendió aún más._ Es curioso que no sepas a qué me refiero cuando tú eres una de ellas.

_ Perdone señora, pero creo que se está confundiendo_ replicó la chica, entre asustada y curiosa. La anciana soltó una carcajada y miró a su marido, que observaba en silencio.

_ Verás, niña. ¿Alguna vez te has sentido sola y desamparada y siempre ha aparecido alguien que te comprende y te complementa? ¿Ha habido alguna ocasión en la que tus fuerzas flaqueasen y, de repente, apareciese algo o alguien que te animase a continuar? Creerás que es algo normal, pero no, no lo es. Tu vida es sólo tuya y eres tú la que decide con quién la comparte. Sin embargo, hay algo que la gente de la OSM posee de forma innata: la ayuda a quien más lo necesita; y no, no somos como esa redicha Iglesia. Los miembros de la OSM nos guiamos por cada rayo de luz, cada gota de lluvia, cada silbido del viento y cada gesto de la naturaleza. Y tú, querida, nos has proporcionado ayuda. Tú has sido ahora nuestro rayo de luz en la tormenta.

La chica no podía creerse todo aquello. Su vida era suya, desde luego, pero ¿quién demonios era esa anciana? ¿Y por qué había acertado en su diagnóstico? El cigarro se consumía lentamente entre sus dedos, como queriendo escapar de aquella conversación incómoda. Lo apuró tras darle dos caladas y lo tiró a una papelera cercana.

_ ¿Te das cuenta?_ continuó la anciana._ Te preocupas por cosas que el resto de gente considera nimiedades. Tus gestos, tu forma de ser, todo lo que te rodea y te hace ser así coincide con las características de un miembro de la OSM.

_ ¿Entonces? ¿Cómo no me he dado cuenta hasta ahora de que pertenezco a esa organización?

_ Porque no te dan un carnet, ni una tarjeta de presentación… ¡Por nuestro Dios, que no somos políticos!_ río a carcajadas, seguida de su marido._ Niña, a continuación te voy a proponer algo. Entenderé perfectamente que no quieras hacerlo, eres libre de decidir. En cambio, si aceptas mi proposición, tu vida cambiará a partir de este mismo momento.

«Yo soy la Estrella Polar, elegida por mis compañeros y compañeras para guiar al descarriado por la senda de la luz. Yo soy la Estrella Polar, la que oculta tus virtudes y descubre tus vergüenzas, pues no hay nada más humano que el equilibrio entre el bien y el mal de una persona. Yo soy la Estrella Polar, niña, y ningún miembro de la OSM se quedará sin protección ni ayuda. Soy la Estrella Polar… ¡Hagamos posible aquello que decían que era imposible! ¡Diego ha llegado!»

¿Quién diablos era Diego? Con la mirada completamente perdida en el horizonte y la mente nadando entre las palabras pronunciadas por la abuela, la chica no se percató de que, a lo lejos, había aparecido un conjunto de doce personas ocultas bajo máscaras y túnicas negras… La reunión había comenzado. Salve Insomnia… 

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