Vivir libre

Vivir libre, sin nada por lo que preocuparse, sin problemas, en resumen, vivir. ¿Qué sueño más bonito verdad? Porque es eso, sólo un sueño, porque es triste que sí que haya problemas por los que tenemos que dar la cara, problemas que nos entristecen el cuerpo y que no deberían hacerlo.

Desde el principio, nunca nos hemos llevado bien con nuestro único hogar y a medida que la vida nos sonreía, le contestábamos con malas miradas, con gestos feos, con acciones que han sido, son y serán innecesarias y que no han hecho sino condenarnos a nosotros mismos, hemos escrito nuestro propio final. Siempre hubo diferencias entre unas personas y otras y siempre las hemos “resuelto” enfrentándonos, cuando en realidad lo único que hacemos con eso es complicar los problemas ya mencionados. Y no nos damos cuenta, o no queremos darnos cuenta de que la mejor arma que hay es la palabra, la razón, que por eso nos dotaron de inteligencia, para usarla, no para desperdiciarla. Solamente la usamos para firmar nuestro destino, el peor que podríamos haber elegido, el de nuestro propio final, ese que nosotros mismos hemos escrito desde hace años y que ya es imposible de cambiar. Usamos la inteligencia para destruirnos mutuamente, solamente por creer que “yo” soy más fuerte que “tú”, que “yo” tengo más derechos que “tú”…

Esto es lo que tenemos, esto es lo que hemos escogido, hemos tirado por la borda el amor, la esperanza, la felicidad, la igualdad y las hemos sustituido por los bancos, los políticos y la avaricia. Hemos vendido la honradez, la honestidad y la solidaridad por unos puñados de dinero que no podrán comprar todo lo que hemos perdido. Hemos acabado con los mares, los bosques, los animales y las plantas y en su lugar tenemos fábricas, petróleo, esclavitud… ¿Consecuencias? Guerras, hambre, injusticias, calentamiento global, incendios… Puede parecer fuerte o incluso algo desagradable, pero fuera de nuestras relaciones y de nuestros pensamientos existe todo esto, pero claro, como no nos conviene, no le damos importancia… ¿O sí nos conviene?

No sé, pero la suerte, ya no está de nuestro lado.


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