Luz de enero
A Lara Jiménez Salgado...
Era su mirada la que buscaba ansiosamente entre el gentío. Era el rastro
de su melena ondeando al viento lo que invitaba a seguirla. Era su carita de
ángel en donde se reflejaba la luz del sol buscando alguien a quien iluminar. Era
su cuerpo el que corría, saltaba y bailaba entre las toallas de una piscina
abarrotada.
Qué puñetera es la memoria. Diez años en los que los recuerdos y
los sueños se entremezclan en el alma de una persona atormentada, obligada por
la vida a caminar por la ruta de la amargura sin tener a nadie a quien dar la
mano. Diez años en los que el olvido impide que el cambio de rumbo de la historia
atraviese las paredes de una piel endurecida por la fuerza, el valor y la tristeza
de saber que no puede abrazar a un ser querido. Diez años en los que las
promesas del recuerdo se elevan al cielo, iluminando una de las estrellas más
brillantes, que llora porque no puede devolver un beso de buenas noches. Diez
años en los que todos los 15 de enero se han convertido en un puto punto rojo
en el calendario…
Hoy, una década después, las lágrimas siguen surcando las mejillas
de un rostro lleno de cicatrices innecesarias. Una década después, la lluvia
sigue golpeando los cristales de la pena mientras cubre de nostalgia los
tejados de una vida acostumbrada al dolor. Qué putada no poder abrazar fotos o
besar álbumes incompletos, repletos de huecos en blanco que esperan la llegada
de la más pequeña de la casa. Qué putada no poder disfrutarte un día más…
A ti, pequeña Lara, que nos escuchas y observas desde arriba, te
prometemos que volveremos a vernos. Te prometemos que volveremos a saltar, reír
y bailar entre las toallas y las sombrillas de la piscina de nuestro pueblo. Te
juramos y perjuramos que guardamos un poco de ti en nuestros corazones que,
desde el 15 de enero de 2008, son un poco más tuyos. Aquí abajo, tus palabras,
risas y llantos están guardadas en el mejor baúl que alguien puede poseer: tu
hogar, el hogar de tu familia.
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