Prólogo: Brevedad
Hay ocasiones en las que las historias breves son las más
intensas. Hay ocasiones en las que el vuelo de una mosca se convierte en toda
una odisea transformada en aventura dentro de una mente inquieta. Hay ocasiones
en las que un paseo corto es fuente de la más bella historia de amor. Hay
ocasiones en las que la razón no entiende de extensión, sino de intensidad,
obviando el paso del tiempo y concentrando toda su realidad en un beso, una
caricia, un abrazo, una sonrisa, un llanto o un trago de cerveza.
Solamente cuando el corazón palpita cada vez más lento es cuando
realmente observamos que el tiempo no importa, que es un simple elemento más de
nuestro día a día. Solamente cuando la lluvia golpea los cristales de una
ventana llena de nostalgia es cuando entendemos que su recorrido tiene fin.
Solamente cuando el viento desvía el rumbo de una cometa inocente descubrimos
que la importancia de las cosas reside en su propio ser.
Un poeta español dijo en una ocasión: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno…”. Quedémonos con ese beso fugaz que evita las miradas de la curiosidad. Quedémonos con esos dedos jugueteando en la mesa de un bar. Quedémonos con ese polvo en un baño público… Suciedad y pasión. La combinación perfecta… La combinación efímera. Quedémonos con esa tormenta de verano, con esa nevada tras las ventanas mientras una manta y un café nos arropan el alma… Quedémonos con la película a medias y los ojos cerrados sobre el cojín del sofá. Quedémonos con la mirada cómplice de tanto en medio de la multitud. Quedémonos con el primer llanto de un bebé. Quedémonos con el instante en el que la cámara capta la fotografía… Quedémonos con lo breve. Quedémonos tú y yo.
Un poeta español dijo en una ocasión: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno…”. Quedémonos con ese beso fugaz que evita las miradas de la curiosidad. Quedémonos con esos dedos jugueteando en la mesa de un bar. Quedémonos con ese polvo en un baño público… Suciedad y pasión. La combinación perfecta… La combinación efímera. Quedémonos con esa tormenta de verano, con esa nevada tras las ventanas mientras una manta y un café nos arropan el alma… Quedémonos con la película a medias y los ojos cerrados sobre el cojín del sofá. Quedémonos con la mirada cómplice de tanto en medio de la multitud. Quedémonos con el primer llanto de un bebé. Quedémonos con el instante en el que la cámara capta la fotografía… Quedémonos con lo breve. Quedémonos tú y yo.
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